sábado, 31 de enero de 2015


¿QUE ES UN CUENTO DE CIENCIA 

FICCION?



Entre los estudiosos del género no se ha podido llegar a un consenso amplio sobre una definición formal, siendo éste un tema de gran controversia. Son aquellos que versan sobre el impacto que producen los avances científicos, tecnológicos, sociales o culturales, presentes o futuros, sobre la sociedad o los individuos. 

Una definición posible del género es la propuesta por los escritores Eduardo Gallego y Guillem Sánchez en su artículo ¿Qué es la ciencia-ficción? 

La ciencia ficción es un género de narraciones imaginarias que no pueden darse en el mundo que conocemos, debido a una transformación del escenario narrativo, basado en una alteración de coordenadas científicas, espaciales, temporales, sociales o descriptivas, pero de tal modo que lo relatado es aceptable como especulación racional. 



Entre los autores más famosos de la ciencia ficción, puede nombrarse a Isaac Asimov  (1920-

1992, autor de “Yo robot”),  Ray Bradbury (1920“Crónicas 
marcianas”“Fahrenheit 451”),   Arthur C. Clarke (1917-2008“Odisea espacial”), Aldous 
Huxley (1894-1963“Un mundo feliz”), Ursula K. Le Guin (1929“Los desposeídos”) y el ya 

mencionado Julio Verne(1828-1905“Viaje al centro de la Tierra”“Veinte mil leguas de 
viaje submarino”).

ALGUNOS CUENTOS DE CIENCIA FICCION 


Un vago con suerte

Ruben Oscar Lofeudo 






Un cuento descansado
No crean que es un puro cuento, se asemeja mucho a la realidad que vivimos en nuestro días; culpables no faltan, ya que si naces pobre, no es tu culpa, pero si mueres pobre, no le reclames a nadie tu miseria.



A Manuel Gómez, con frecuencia le resultaba desagradable la vida.
Nació favorecido con una aptitud para la vagancia, y no muy deseoso de un cambio, para no contrariar su vocación.
Había sido criado entre su madre, sus hermanas y sus tías, por lo que se hizo habitué a tenerlo todo servido.
Jamás lavó un calzoncillo o una camisa, y menos tomo entre sus manos una vil plancha, para enderezar la raya de su pantalón.
Todo lo que fuese un esfuerzo físico, todo movimiento realizado para realizar un trabajo, le parecía superior a sus fuerzas.
Su padre fue un moderado comerciante, que nunca se preocupó por el vital progreso de él, ni de su familia, y aun hoy, vive sin pena ni gloria.
Manuel, había cumplido sus veinticinco años y no tenía intenciones lógicas y verdaderas de conseguir un trabajo digno, era incapaz de mantener un tibio horario pre fijado, y gustaba de levantarse a las doce del mediodía.
Pero había algo que si lo preocupaba, era que sus bolsillos, estaban siempre muy secos, y sus gustos juveniles pasaban a segunda instancia.
Pensaba que no era justo que sus amigos salieran por la noche a divertirse, y el debiera quedarse es su habitación, al frente de un viejo televisor.
Era un tipo robusto, alto, buen mozo, de tez algo morena, y gustaba vivir de la piedad ajena; a veces su tía le daba unos pesos para que no desentone con sus amigotes, pero todos los días, no eran domingos para Manuel.
Vestía unos rotosos jeans, y una camisa a cuadros azul, suelta al cuerpo, unas zapatillas tan gastadas, que parecía que no tenían suela.
Reía, gritaba, gesticulaba por cualquier cosa, mostrando un excelente humor de alborotado, con la desenvoltura de un viajante, pero laburar, jamás.
Imaginaba que la vida sirve sólo para pindonguear y bromear, y en cuanto las circunstancias le obligaban a refrenar su alegría ruidosa, caía en una especie de somnolencia estúpida, pues era incapaz hasta de generar tristeza.
Había nacido un primero de mayo, y para completarlo, en día domingo. ¿Que se le podía pedir, entonces?...veinticinco años al soberano pedo.
Que no le hablaran de estudiar alguna profesión, porque desviaba el tema de inmediato, la conversación se volvía obtusa; o sea que era un vago calificado en cinco estrellas: “ni estudio, ni laburo”.
Pero estos infelices, tienen la suerte atada, pues parece que Dios los quisiera premiar por su indolencia.
Vivía la familia en un pueblito de Córdoba, llamado “Alpa Corral”, y en cierta oportunidad se apareció por la zona, un promotor que filmaba escenas entre los cerros, para la película “El señor de los anillos”, que estaba encantado con los ríos, y lo agreste de la planicie.
Se encontró de casualidad con nuestro potencial espécimen, y le ofreció que fuese su guía, dentro de la periferia de los intrincados montes cordobeses.
A tal fin, le ofreció una compensación de tres mil dólares, por unos treinta días de trabajo, donde se estableció que el promotor Peter Jackson, ingles de pura cepa, que Manuel debía transportar una mochila con el material técnico de fotografía, y algunos víveres.
Se juntarían a las 10,00 hrs. en la puerta del “Hostal La Gata Blanca”, lugar en donde se alojaba Peter, y caminarían todo el día, hasta entrada la nochecita.

Manuel, estaba chocho con su empleo, pues no hacía nada más que caminar, al ritmo del inglés Peter; a veces le ayudaba a sostener el trípode, mientras el británico, enfocaba, y controlaba la luz ambiental, para las tomas.
En una de esas tardes, mientras caminaba esquivando los matorrales, perdió el contacto con el inglés, que marchaba unos pasos más adelante.
Sin saber qué hacer, se sentó en un tronco, que obstruía una parte de la ruta, en territorio por donde hacia instantes caminaban juntos.
Comenzó a gritar desconsoladamente a su compañero Peter, pero los árboles y matorrales amenguaban sus lastimosos alaridos.
Se hizo de noche, y la oscuridad cubrió el monte, nada se movía pues el poco viento estaba calmo; solo se escuchaba el chirrido de las lechuzas, y el canto angelical de los grillos.
De repente, apareció de entre medio de la arboleda, una reluciente serpiente de color rojo, que mirándolo fijo, le sentencio:
-Estas ocupando una comarca que no te pertenece, y por ello deberás pagar el peaje correspondiente, a tu cruda irresponsabilidad.
-Te convertiré en un hongo silvestre, por el lapso de 10 días, ya que tu vida no vale otra cosa, eres un haragán, que no sirve a la sociedad, ni a sus padres.
Tal vez logres subsistir, pero lo más posible, es que seas pisado por todos los animales de este matorral, que deambulan por el cerro, en busca de comida.
Dicho esto, Manuel se convirtió en un hongo de color grisáceo, quedando muy sujeto a la tierra, donde había estado parado hacia unos instantes.
Esa noche, sintió todas las sensaciones de quien se encuentra prisionero, atado por los pies y las manos. Sentía, como los animales pasaban a su lado, con sus enormes patas, y solicitaba compasión para sus adentros, ya que le era difícil poder gritar su condena.
Amaneció, y por entre las ramas de los árboles, penetraban los rayitos del sol, cuando escucho que Peter Jackson a viva voz, clamaba por su nombre.
Entreabrió los ojos, y observo que una patrulla policial liderada por el inglés, lo estaba buscando.
Se había quedado dormido, junto al tronco, la tardecita anterior, mientras transportaba la gran mochila.
Era previsible, ya que la noche anterior, había estado jugando con la Play, hasta altas horas del amanecer.
Desde ese día, opto por conseguir un trabajo constante, que le produjera el goce de sentirse útil a la sociedad en que habitaba.
Se despidió de Peter Jackson, y este al ver el cambio de Manuel, le prometió que lo tendría en cuenta, para el film de “El señor de los Anillos”, cuando se consumase la recopilación del trabajo fotográfico de la historia.



El mundo al reves

Superager



Habia una vez un bosque donde pasaban cosas muy raras:los pajaros maullaban,los lobos cantaban,las vacas,gruñian y los toros hacian un sonido muy raro que se parecia a este:¡fre!,¡fre!

Un buho se mudo ha ese mismo bosque y se quedo impresionado de lo desordenado que estaba el lugar y empezo a investigar lo que pasaba.Le pregunto al pajaro:¿tu sabes lo que esta pasando aqui??esto no es normal.

-¡¡¡¡Miaou!!!!¡¡¡Miaou!!!

Despues,le pregunto al lobo:
-¿¿¿Sabes que pasa aqui???
-¡Pio pio pio!

Luego le pregunto a la vaca:
-Y tu,¿sabes que pasa aqui?
-Grrrrr,Grrrrr.

Para acabar le pregunto al toro:
-¿¿¿Por lo menos tu sabras que pasa aqui no???
-¡Fre!,¡Fre!

-¡Ya estoy harto de esto voy a enseñar a estos raritos a hablar!

Primero enseño a hablar a los pajaros.
Despues les enseño a hablar a los lobos.
A continuacion les enseño a hablar a las vacas.
Por ultimo les enseño a hablar a los toros.

-Esto si esto ya es otra cosa.

El Misterio de los ojos Azules.

Alejandra Merino Villegas
El tumulto trastocaba la cabeza para admirar los rostros pálidos que tenían de semillas color azul incrustadas en las cavidades. Saboreaban la belleza fluyente de un celeste-sombrío, porque detrás de ese pigmento natural había un peculiar ver. Cada paso que daban polemizaban un espectáculo para los que se perdían descubriendo la clave para obtener un par de ojos del mismo tipo. En cambio yo, volteaba para otro lado al saberme no reflejada en los palpitantes contornos de las pupilas. Era cuando las cuestiones me invadían el cráneo, ¿los de ojos azules querrán tener ojos cafés? El cielo azul, la tierra café, ¿la tierra querrá el azul del cielo y el cielo el café de la tierra? Ningún dictamen se me consentía. Fue sino hasta la tarde en que revoloteaban dos niños muy discrepantes, el primero de ellos tenía una tez de piel morena, sus fanales en cambio eran tan claros como el agua acumulada. Sonreía brincaba y se me acerco para pedirme un dulce, se lo di afablemente. Detrás del primer niño había otro con una dermis blanco casi transparente y una vista café como la cascara de los arboles. Les pregunte ¿Cuál es el misterio de los ojos azules? A lo que ellos respondieron “ninguno que no se pueda resolver con un poco de creatividad”. Entonces trate de ir al fondo de sus palabras para crear una vasta explicación base acerca del acontecimiento que vi en los dos pequeños, concluí en un método quimérico pero razonable para resolver al nombrado problema, por el idioma, raza, religión y todos los modelos aceptados en los que nos clasificamos. 

La ultima noche de los objetos



- ¡Que cansada estoy! – se quejó la lavadora desde el suelo de la cocina.
Era un modelo viejo, de esos que casi no se ven, ni tampoco se venden. Estaba tan sucia y oxidada que nadie comprendía como aun lograba funcionar.
La familia, compuesta por dos hijas y los padres, había salido de compras hacía algunas horas, dejando ciertos objetos encendidos.
- ¡Yo debería estar quejándome! – exclamó el teléfono, sentado desde una mesa ratona.
Era de color verde, de disco y con el peso de los años, estaba deteriorado y golpeado. – ¡Me duele tanto cada vez que… RING RING RING! ¡Ay! – dijo mientras seguía sonando. – ¡RING RING!
- ¡Merecemos un descanso! – dijo el gran reloj cucú, al final del pasillo.
Llevaba años en la casa. Era alto y fino, y ocupaba mucho espacio; más de un cuarto de pared. Tenía números romanos y cada media hora, un pajarito hecho de madera y algunas plumas grises, salía de su interior y cantaba: ¡Cú Cú! – Hago lo mismo todos los días y nadie siquiera es capaz de limpiarme – prosiguió.
De pronto, la puerta de la casa se abrió.
Afuera estaba todo oscuro. Una lluvia se avecinaba.
Una sombra pequeña se introdujo en la casa y tomó asiento en la gran mesa redonda de la sala familiar.
Se hizo un largo silencio.
Nadie osó mirarse a los ojos.
Al cabo de unos minutos, el reloj preguntó:
- ¿Quién eres?
Silencio.
La lavadora, entrevió una pequeña sonrisa en medio de la siniestra oscuridad.
La tormenta había comenzado
- ¿Qué es lo que quieres aquí? – inquirió el teléfono.
Silencio.
Los objetos estaban aterrados.
- ¿Qué es lo que sucede? – preguntó la televisión vieja.
Nadie se había percatado de ella hasta ese momento. Era un modelo de los años sesenta, una Zenith. Hacía tiempo que nadie la usaba y estaba cubierta por una sábana blanca de algodón, para que no se ensuciara demasiado. Antes de escuchar respuesta alguna, se quedó completamente dormida.
- La… la familia vendrá pronto y… te llevará lejos – dijo la lavadora en un susurro.
- La familia – repitió el intruso, y acto seguido estalló en carcajadas. - ¡La familia! ¿No están enterados de nada verdad? La familia ya no los quiere. Están viejos, inservibles, inútiles. – Tomen como ejemplo a ésta estúpida lavadora, ni siquiera puede con una simple carga de ropa. – Y dicho esto, se bajó de la mesa donde se había sentado y se acercó hacia ella. Presionó un botón.
La lavadora andaba cada vez más deprisa. Más y más. Parecía que explotaría de un momento a otro. La tapa se abrió y la ropa saltó hacia afuera, desparramándose por el suelo de la cocina. No tuvo tiempo de nada.
Un ruido extraño se escuchó en su interior; y luego, sus luces se apagaron.
Había dejado de funcionar para siempre.
Un silencio profundo reinó en toda la casa. Podía percibirse el miedo, era algo que casi se olía.
- Serán reemplazados. – dijo el intruso con una sonrisa tan brillante, que hasta podría decirse que brillaba en la oscuridad – La familia fue de compras y regresará con nuevos objetos. Van a necesitar una buena lavadora. Una con capacidad de ocho kilogramos y poseedora de veintitrés programas, entre otras cosas.
- ¡Somos parte de esta casa! ¡Nadie puede tomar muestro lugar! – protestó el reloj.
- Te haré una pequeña demostración – dijo el intruso, aun sonriente.
Caminó hacia donde se encontraba la vieja televisión y le dio una patada. Ésta se encendió diciendo: … ASALTAN UN BANCO Y SE LLEVAN LA SUMA TOTAL DE… y volvió a apagarse.
- ¿Lo ven? Es incapaz de mantenerse despierta. Incapaz de funcionar, como todos los demás, como todos ustedes – exclamó el intruso y volvió a reír.
Saltó hacia la parte más alta del reloj cucú y comenzó a darle vueltas a las manecillas, marcando las diez, las once, las doce, a toda velocidad.
- ¡Por favor basta! ¡Haré lo que sea, funcionaré mejor que nunca! ¡Por favor, quiero vivir! – suplicó el reloj cucú.
El pájaro de su interior salía y entraba, una y otra vez.
Las manecillas se quebraron. Las plumas del pajarito se desprendieron y flotaron hasta tocar el suelo.
El reloj era anciano, y estaba cansado. No tenía fuerzas para defenderse. Ya no podía luchar.
Dejó de existir.
- Ahora necesitarán un nuevo reloj; uno digital, con fondo de color y luces de neón. – el intruso estaba más alegre que nunca.
El teléfono de disco, estaba aterrado. Quería seguir funcionando ¡No le importaba sonar todo el tiempo! ¡No importaba el dolor! Pero no tuvo oportunidad.
Vio acercarse una sombra. Era un celular negro, de esos último modelo, los que no tienen ningún botón y por los que cualquier chico moriría.
- No hay salida. La familia vendrá pronto, con un teléfono nuevo. Uno inalámbrico, con identificador de llamadas, video llamadas, uno sin disco – dijo el celular y volvió a sonreír.
Tomó el cable en espiral que conectaba el teléfono a la pared y lo arrancó de un tirón.
Lo ató alrededor del tubo verde y comenzó a apretar. Lo estaba ahorcando.
- Por favor – pidió sin esperanzas. Pero se había resignado. Esperó la muerte.
- Ja ja ja – rió en voz alta el celular. Se acercó al marco de la ventana, y por el cristal, se sentó a esperar a la familia, que regresaría con los nuevos objetos.
La televisión vieja despertó.
Vio a sus amigos en el suelo.
Muertos.
Una lágrima corrió por su rostro y volvió a taparse con la sábana.